03 May Mujer, montaña y emergencias: Elvira González Santos
«El rescate y la emergencia no sólo son cuerdas y torniquetes “la soledad o el sufrimiento” son dimensiones de la persona que merecen ser abordadas durante el rescate y la emergencia como parte de ella»
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¿Quién es Elvira González Santos?
Me considero una persona aventurera, activa y con inquietudes espirituales aunque no religiosa, amante de la naturaleza, los animales y de todo lo esencial a veces invisible a los ojos, mi cabo de anclaje y centro de gravedad, siempre mejor dentro que fuera de mí.
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Cuéntanos a qué te dedicas profesionalmente.
Trabajo como técnico en cuidados de enfermería en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid desde hace más de 20 años, también como técnico voluntaria en emergencias sanitarias en socorros y emergencias en Cruz Roja y además soy miembro del equipo START (Spanish Technical Aid Response Team) que es el equipo técnico español de ayuda y respuesta en emergencias perteneciente a la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo) que trabaja bajo el marco de coordinación de la OMS y la DG ECHO (Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea).
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Compagino todo esto con actividad docente como instructora certificada de la GWO (Global Wind Organization) en cursos de seguridad para trabajadores del sector eólico a nivel internacional que incluye formación de seguridad en trabajo en altura, rescate, auto rescate y primeros auxilios básicos y avanzados. Por otro lado, de forma voluntaria organizo cursos en mi club de montaña sobre gestión de la emergencia que incluye rescate, auto rescate y atención sanitaria en medios remotos o de difícil acceso (montaña).
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En mis ratos libres … soy vocal de la Junta Directiva de la FEDME, Presidenta de AETESYS (Asociación Española de Técnicos en Enfermería, Emergencias, Sanitarios y Sociosanitarios) presidenta de FENTES (Federación Nacional de Técnicos en Emergencias Sanitarias), miembro del Comité de Salud FEDME, y en breve, Presidenta de La Fundación SAYEP (Fundación para la Salud y la Excelencia profesional).
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¿En qué ámbito del mundo del rescate participas? Háblanos acerca de tu última acción humanitaria.
Mi condición sanitaria me sitúa en intervenciones de emergencia en zona amarilla o zona templada, también llamada de socorro, la zona de rescate, zona roja o caliente, es competencia de cuerpos como bomberos, Protección Civil o el GREIM de la guardia civil, pero en montaña hay que ser de todo, porque si te caes en una rimaya en un glaciar, de una vía alpina o simplemente te haces un esguince a 6.000 m, estás en manos de tus compañeros y de su formación porque la ayuda puede tardar, horas, días o simplemente no llegar.
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Así que, junto a mi club, «Grupo de Montaña Pegaso», pusimos en marcha la primera vocalía de seguridad en la Junta Directiva de un club de montaña en Madrid, con el apoyo de la FAM (Federación Andaluza de Montaña), pionera en todo esto, a manos de Pedro Partal Coca y del Comité de Seguridad de la FEDME con el impulso y el asesoramiento de Alberto Ayora Hirsch.
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Más tarde, la FMM (Federación Madrileña de Montaña) también implantó esa iniciativa, lo que nos permitió a través de esta vocalía formar a nuestros socios y establecer un calendario de prácticas obligatorias en rescate, auto rescate y primeros auxilios, además de procedimientos de prevención y gestión del riesgo para hacer actividades más complejas. Desgraciadamente, tuvimos oportunidad de poner en práctica en varios accidentes en alta montaña, teniendo que rescatar a nuestros compañeros y hacer los primeros auxilios. Como el accidente en Gredos en el que fallecieron dos compañeros montañeros al caer al vacío en nuestra presencia, ya que nuestra cordada iba tras ellos. Lo único que pudimos hacer, además de activar la ayuda, fue aplicar las técnicas de gestión psicológica en la emergencia; la bajada fue complicada y algún compañero se bloqueó, no olvidemos que no siempre se rescata con cuerdas. En esa ocasión, creo que no hubo que lamentar más desgracias por la buena gestión psicológica de la cordada que hizo gala de su verdadero significado para llegar abajo completa cuidando del eslabón más débil.
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Mi última experiencia en catástrofes, emergencias y ayuda humanitaria ha sido en la misión del terremoto en Turquía, en la que fui activada en primera rotación por la AECID como miembro del equipo START para montar un hospital de campaña EMT2 y dar atención sanitaria a la población. Te activan y en pocas horas tienes que estar con la mochila en la base aérea de Torrejón.
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Cuando llegas al lugar de la catástrofe y observas el escenario dantesco a través de la ventana de los vehículos que te trasladan, se te empieza a hacer un nudo en el estómago ante lo que es la primera toma de conciencia in situ del dolor y la devastación de un pueblo.
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Los primeros días son muy duros, porque hay que montar el hospital, se trabaja desde antes de que salga el sol hasta después de ponerse, hay que darse prisa, hay personas que necesitan nuestra atención, codo a codo con los logistas: bomberos, Técnicos en Emergencias y resto de sanitarios montamos en tiempo récord nuestro hospital y en pocos días tuvimos nuestro primer parto que nos enseñaba como la vida y la luz se abre paso hasta en el peor de los escenarios. Una gran experiencia profesional y emocionalmente muy intensa. La mirada de gratitud de las personas era mi mantra cuando iba a dormir para poder hacerlo.
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¿Crees que es importante el papel de la mujer en las emergencias? ¿Por qué?
En la misión de Turquía ha sido determinante, no olvidemos que teníamos una población siria importante, su religión y cultura dificultaba la atención por parte de sanitarios varones a las mujeres.
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Las mujeres del equipo START hacíamos de puentes culturales, establecimos lazos de complicidad con ellas y sus familias, logrando un clima de confianza y seguridad en todo el equipo de hombres y mujeres que formábamos el START.
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Me gustaría resaltar el papel de Annika Coll, oficial del cuerpo de bomberos y responsable del ERICAM (Emergencia y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid) que dirigió el rescate de una mujer que llevaba 162 horas atrapada y tras 23h de trabajo en los escombros fue liberada con vida. Agradecer al ERICAM que en sus horas de descanso nos ayudaron a montar el hospital y a las mujeres de la Infantería de Marina que también arrimaron el hombro en los primeros días, cargando cajas, palés, en fin, lo que hiciese falta, duras como marines y exquisitamente sensibles como cooperantes.
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En mi opinión, las mujeres hemos demostrado estar a la altura de cualquier exigencia por dura que sea, logrando un equilibrio entre la disciplina y la sensibilidad necesaria para atender cuestiones humanas.
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Una anécdota en la última acción de la que nos has hablado.
Durante el segundo terremoto, sentí un poco de miedo cuando todo empezó a tambalearse, pero me centré en hacer lo que había que hacer y para lo que me había preparado.
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El hospital se desbordó con pacientes críticos y en mitad de ese caos estaba Mehmet, una mujer que había perdido 4 hijos en el terremoto y su casa; vivía en un contenedor con la hija que le quedaba y su marido. Había acudido al hospital con una dificultad respiratoria que no remitía y le comunicó al intérprete, para que nos lo transmitiera, que estaba cansada de luchar y que la ayudáramos a irse en paz…
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Aun así, los compañeros hicieron lo posible por remontarla, sin éxito y cuando la situación se controló un poco con los pacientes críticos y terminó mi turno, ella estaba sola y sin familia; me senté a su lado en el camastro, la miré a los ojos, le cogí la mano y le dije en español: «no tengas miedo, me voy a quedar aquí contigo, acompañándote hasta que pases al otro lado» y no hizo falta traducción alguna, me entendió seguro, puso una mano sobre su corazón y la otra sobre el mío, después me agarró la mano fuerte y hasta que no se fue no nos soltamos.
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Mi compañera Eva, enfermera y Leti, la médico, estuvieron acompañando durante todo el proceso. Éramos mujeres cuidando de mujeres, el rescate y la emergencia no sólo son cuerdas y torniquetes “la soledad o el sufrimiento” son dimensiones de la persona que merecen ser abordadas durante el rescate y la emergencia como parte de ella.
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¿Un lema o frase que te mueva en la vida?
“Donde el corazón me lleve”
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